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lunes, 24 de marzo de 2008

* estudios acerca de la Pareja Perfecta *


PASADENA, Estados Unidos.– Dos estudiantes de la Universidad de California del Sur acababan de conocerse durante un experimento para saber si tenían “química”. El le preguntó a ella qué estudiaba.
Español y sociología.
–Qué interesante. Yo también estudiaba sociología. ¿Cuáles son tus planes?
–Mis pasiones siempre fueron el español, el lenguaje y la escritura. Me encanta viajar y conocer nuevos lugares y culturas.
No eran Humphrey Bogart y Lauren Bacall. Sin embargo, mientras observaba esta conversación en la pantalla del televisor, el psicólogo Gian Gonzaga pensó que esta pareja tenía posibilidades. Ambos sonreían y se miraban al unísono, y la mujer se pasaba la mano por el pelo y humedecía sus labios, signos positivos de la química interpersonal que serían debidamente registrados en este experimento en los nuevos laboratorios eHarmony Labs. Comparando estos resultados con las respuestas que la pareja había dado a cientos de otras preguntas, los investigadores tenían la esperanza de acercarse a un nuevo y muy lucrativo grial: la elección correcta.
Hubo un tiempo en que la elección de una pareja era algo demasiado importante como para ser confiado a las personas que estaban bajo la influencia de hormonas flamígeras. Sus padres, a veces asistidos por astrólogos y casamenteros, supervisaban el cortejo hasta que las costumbres cambiaron en Occidente por lo que se llamó la revolución de Romeo y Julieta. Adultos, dejen a los chicos solos.
Pero ahora, algunos científicos sociales han redescubierto la supervisión de los adultos -siempre que tengan doctorados y vastas cantidades de datos psicométricos-. La industria de la búsqueda de pareja online vive un verdadero boom mientras grupos científicos rivales ponen a prueba sus algoritmos para encontrar el verdadero amor.
El equipo que lleva la delantera es, precisamente, el de eHarmony, la compañía que hace ocho años fue pionera en negarse a que sus usuarios de Internet buscaran citas por sí solos. Ellos les piden que contesten 258 preguntas de un test de personalidad y luego eligen a los enamorados potenciales.
Basada en una encuesta nacional que se realizó a su pedido, la compañía estima que este sistema fue responsable de alrededor del 2% de los matrimonios de los Estados Unidos del último año, alrededor de 120 bodas por día.
Otra compañía, Perfectmatch.com, está utilizando un algoritmo diseñador por Pepper Schwartz, sociólogo de la Universidad de Washington, en Seattle. Match.com, que se transformó en el servicio de citas más grande de la red global dejando que las personas elijan a sus parejas, acaba de presentar un nuevo servicio para encontrarlas electrónicamente, Chemistry.com, utilizando un algoritmo creado por Helen E. Fisher, una antropóloga de Rutgers que estudió la química neural de las personas enamoradas.
Mientras los casamenteros compiten por clientes y critican las metodologías de sus competidores, la batalla ha intrigado a científicos que estudian el juego amoroso. Por un lado, son escépticos, porque los algoritmos y los resultados no fueron publicados en revistas con referato. Pero también se dan cuenta de que estas compañías les dan una notable oportunidad de reunir enormes cantidades de datos y de probar sus teorías. EHarmony asegura que más de 19 millones de personas han llenado su cuestionario.
Algoritmos amorosos
El algoritmo lo desarrolló hace diez años el psicólogo Galen Buckwalter, que había sido profesor en la Universidad de California del Sur. A partir de evidencia de que las similitudes de personalidad predicen la felicidad en una relación, Buckwalter les hizo cientos de preguntas sobre personalidad a 5000 parejas casadas y relacionó las respuestas con la felicidad marital de los participantes medida con un instrumento llamado "escala de ajuste diádico".
El resultado fue un algoritmo que debería hacer coincidir a las personas en 29 "rasgos fundamentales", como el estilo social o el temperamento emocional, y "atributos vitales", como las habilidades para relacionarse con los demás.
"No estamos buscando clones, pero nuestros modelos hacen hincapié en las similitudes de la personalidad y en los valores -explicó el doctor Buckwalter-. Es muy frecuente que las diferencias resulten atractivas al principio de una relación, pero después de dos años pierden todo interés. A las personas tipo A hay que juntarlas con personas similares. Es mucho más fácil relacionarse cuando no hay que negociar todas esas diferencias."
Pero ¿funciona realmente este método? En teoría, y con la ayuda de millones de clientes que pagan hasta 60 dólares por mes, eHarmony posee los datos y los recursos para realizar una investigación de primer nivel. Cuenta con un comité asesor formado por científicos sociales reconocidos y un nuevo laboratorio con investigadores tales como el doctor Gonzaga, que antes había trabajado en el laboratorio de estudios del matrimonio en la UCLA.
Hasta ahora, y excepto una presentación durante un congreso de psicólogos, la empresa no ha producido demasiada evidencia científica de que su método funciona. Comenzó un estudio longitudinal para comparar a las parejas de eHarmony con un grupo control y Buckwalter afirma que publicará trabajos en revistas científicas con revisión por pares, pero no los detalles del algoritmo. Mantener este secreto puede ser un movimiento comercial inteligente, pero hace de eHarmony motivo de las críticas científicas, sin mencionar las de sus competidores.
En la batalla de los formadores de parejas, la empresa Chemistry.com difundió publicidades en contra de eHarmony por rechazar formar parejas gay (eHarmony responde que no puede hacerlo porque el algoritmo utiliza datos de heterosexuales), y eHarmony solicitó a la Oficina de Competencia Leal que Chemistry.com no siguiera exigiendo públicamente que probaran que el algoritmo había sido validado científicamente.
Las autoridades resolvieron que no había evidencia suficiente y Chemistry.com tuvo que suspender las publicidades que atribuían irónicamente el método a "la más moderna ciencia de la atracción".
Fisher asegura que posee evidencia de los usuarios de Chemistry.com para validar el método, lo que pronto publicará con detalles del algoritmo. "Creo en la transparencia -afirmó la investigadora-. Quiero compartir los datos que tengo para que sean revisados por pares." Hasta que los científicos analicen los números, nadie sabrá cuan efectivos son los algoritmos, pero hay algo que sí queda claro: las personas no saben elegir online a sus parejas. En general, se citan con menos del 1% de los "perfiles" estudiados y esas citas no suelen dar buenos resultados.

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