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miércoles, 17 de septiembre de 2008

* Dr. Edward Bach *


Queridos amigos:
Sería maravilloso construir una pequeña Hermandad, sin rangos ni categorías, donde nadie fuera más ni menos que los otros, para dedicar nuestras vidas a cumplimentar los siguientes principios:
1. Se nos ha deparado un sistema curativo sin precedentes en la memoria de la humanidad; con la simplicidad de estos remedios florales podremos tener la absoluta certeza de contar con sus maravillosas virtudes para vencer la enfermedad.
2. No criticar, ni condenar jamás los pensamientos, las opiniones o las ideas de los demás, recordando siempre que todos los seres humanos somos criaturas de Dios, y cada uno de nosotros recorre su camino hacia la Gloria del Divino Padre.
3. Llevamos en nuestra mano diestra, como los Caballeros del pasado, las armas para vencer al dragón del Miedo, sabiendo que nunca deberemos pronunciar una palabra de desaliento, sino que, por el contrario, debemos llevar esperanza y sobre todo seguridad, a aquellos que sufren.
4. Jamás debemos dejarnos llevar por los éxitos o las adulaciones que podamos encontrar en nuestra misión, recordando siempre que no somos otra cosa que los mensajeros del Gran Poder.
5. Cuanto más profundicemos en la confianza de quienes nos rodean, mejor podremos influenciarles nuestra convicción de que todos nosotros somos solamente agentes de la Divinidad, enviados para socorrerlos en sus necesidades.
6. A medida que los enfermos mejoren, debemos explicarles que las hierbas de los campos, que son las que los están curando, son dones de la Naturaleza: que son dones de Dios. De esta forma, lograremos que crean nuevamente en el Amor, la Misericordia, la Compasión y la Fuerza Omnipotente del Más Alto.
Edward Bach.

Unas semanas antes de abandonar este mundo afirmó a sus colaboradores:
Mi tarea esta cumplida…
Mi mision en este mundo ya ha finalizado …
Edward Bach murió el 27 de noviembre de 1936, de forma apacible, por la tarde, mientras dormía.

1886 - Nació el 24 de septiembre en Moseley, cerca de Birmingham, Inglaterra.
1913 – Hospital del Colegio Universitario, oficial médico de accidentes, Hospital Nacional de la Temperancia, cirujano en jefe de accidentes, Hospital del Colegio Universitario, bacteriólogo asistente.
1914 – Hospital del Colegio Universitario, médico a cargo de 400 camas para heridos de guerra, Hospital del Colegio Universitario, demostrador y asistente clínico en bacteriología.
1918 – Recibió un permiso no oficial para inocular a los soldados con la vacuna contra la influenza. Renunció al Hospital del Colegio Universitario. Llevó a cabo investigaciones privadas en su propio laboratorio en Nottingham Place, Londres.
1919 – Patólogo, bacteriólogo en el Hospital Homeopático de Londres.
1922 – Renunció al Hospital Homeopático de Londres para manejar su laboratorio privado en Park Crescent, Pórtland Place, Londres. Abrió su consultorio en Harley Street, Londres.
1928 - Descubrió el primero de los 38 remedios durante un viaje a Gales en el mes de septiembre.
1930 – Renunció a sus laboratorios y a su práctica en Londres para dedicarse a la búsqueda de nuevos remedios durante la primavera. Descubrió un nuevo método de potencialización durante el verano en Gales, donde intuyó que la autentica razón por la que enferman las personas reside en el ánimo humano.
“Toda enfermedad”, decía, “No es mas que la manifestación física de un malestar, de un trastorno debido a una condición mental que altera el equilibrio del cuerpo”.
En aquella época se convenció del hecho de que, dado que en la naturaleza reina una armonía perfecta, seguramente sería posible hallar en ella los remedios necesarios para establecer el equilibrio en todas las criaturas: de hecho, identificó seis flores dotadas de evidentes propiedades terapéuticas con las que creó sus primeros remedios.
De vuelta en Londres, decidió cerrar su consulta, ceder sus pacientes y el fruto de sus investigaciones a sus colegas y volver definitivamente a Gales.
Allí, en el silencio armonioso de la naturaleza y utilizando el espacio de meditación y el conocimiento interior, desarrollo aun más su gran sensibilidad, todo lo cual le permitió percibir las vibraciones y propiedades curativas de la flores.
Las herramientas fundamentales de su investigación no fueron alambiques, tubos de ensayo e instrumentos de laboratorio, sino simplemente la intuición.
Escribió el libro Cúrate a ti mismo, en el que explicaba como la enfermedad corporal puede derivarse de un estado de ánimo negativo que acaba interfiriendo en el equilibrio de la personalidad.

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