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miércoles, 23 de abril de 2008

* CRONOS Y KAIROS *


Los griegos tenían palabras propias para distinguir dos maneras muy diferentes de entender el tiempo: Cronos y Kairós. Cronos es el tiempo considerado como una sucesión de instantes. Marca los años, las estaciones, los días y hasta las horas con sus subdivisiones. Los hombres, sobre todo los actuales, en la cultura occidental, son tan adoradores del Cronos, que se han convertido en sus esclavos. Kairós expresa la sensación fugaz de un instante que está pasando. Desconectado de la sucesión, podría ser simplemente considerado como "el tiempo oportuno", "la hora cierta". Kairós es el tiempo de lo femenino. Hay que tener una sensibilidad especial para captarlo. Pero es imposible retenerlo.
El sentido de la oportunidad no es el mismo para los hombres que para las mujeres. Para Lo masculino, oportuno es el momento justo para intervenir. El hombre tiende a analizar la situación y a calcular cuándo le resultará más ventajosa y menos desventajosa la intervención. Lo femenino tiende a vivir todo en conjunto y a sentir cuándo es hora de dejarse llevar a dar determinado paso: la mujer se guía por la vivencia interior de ciclos y eventos que "encajan" entre sí porque se perciben como una cosa única. El impulso tiene que madurar para ser tolerable y aceptable. Entonces puede expresarse como un desafío al hecho interior y no como una manipulación a través de una culpabilidad o de una amenaza. En ese sentido la mujer puede asumir el papel de iniciadora y conductora de una nueva experiencia de subjetividad. La inicia a través de estímulos y anhelos y afirma claramente sus necesidades y puntos de vista, tanto para sí como para su compañero.
Para ejemplificar, podemos apelar a la imagen de un árbol. Para el hombre es más fácil aludir a un árbol frutal. Lo ha plantado con el fin de recoger sus frutos. Aguarda el tiempo de la cosecha. Lo cuida para que le dé una copiosa producción. Calcula cuánto recogerá y cuánto ganará con ello. Si sólo le da flores, quizá lo arranque y lo sustituya por otro, a no ser que piense usarlo como madera. Para la mujer, en cambio, es más probable que se sienta amiga del árbol y admire su belleza. Unirá su recuerdo a algunos acontecimientos de su vida. Lo amará o lo detestará, independientemente de sus frutos. O lo mirará con total indiferencia.
De ahí que el hombre y la mujer actúen de manera distinta con respecto al árbol, así como también frente a otras cosas: automóviles, tránsito, etc. (El automóvil, que no es un ser vivo sino mecánico, atrae más al masculino)

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