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lunes, 28 de julio de 2008

* 7 estrellas en la ciudad del siglo XXI *


Del pescado al oro
Es curioso, pero desde que a finales de la década de los sesenta se descubriera petróleo en esta tierra, la revolución que han sabido hacer, más bien aprovechar, ha dado un resultado no menos espectacular. Dubai conserva perfectamente sus tradiciones árabes y musulmanas en combinación con un también abrumador auge por lo occidental. Andando por su calles resulta tan normal ver gente vestida “a la europea” como al más puro estilo árabe, en una convivencia ejemplar y perfecta. No en vano es un rosario de nacionalidades que convive y trabaja de forma ejemplar, aunque ser oriundo de este emirato tenga mayores ventajas estatales en materia de protección. Y lo mismo sucede con el idioma en los carteles de las carreteras, por ejemplo. Nadie diría que hace escasos cuarenta años Dubai no era ni la sombra de lo que es.

Del Dubai pescador anterior al “oro negro” quedan muchos vestigios, y por eso merece la pena visitar el Museo Nacional, con excelentes recreaciones de la vida de entonces. Se puede llegar a él por esa bulliciosa arteria fluvial que es el canal Dubai Creek, y subido en uno de sus muchos taxis de agua, tan característicos de este canal y desde el cual ese contraste de construcciones futuristas es tan patente. También es recomendable la visita, aunque sea por fuera, de algunos de sus templos religiosos, además de un paseo en barco por ese mar que abriga el Golfo Pérsico. Bueno, más bien un mar-lago, por la tranquilidad de sus aguas y sus apacibles costas y playas que, en época de calor, son perfectas para refrescar no sólo el cuerpo sino también la mente y, por qué no, el alma si es menester.

Algunas playas son privadas, como las del hotel Burj Al Arab (aunque no con precios prohibitivos a pesar de ser el único hotel del mundo catalogado como “siete estrellas”, y que también puede visitarse... pagando si no se es huésped, claro) pero merecen la pena por el lujo que las envuelve, con una atención casi personalizada a pie del líquido elemento. Esas playas de fina arena son sólo uno de los muchos placeres en los que nos podemos sumergir en Dubai Las embarcaciones de recreo afloran en las aguas del Golfo Pérsico casi tan pródigamente como el petróleo de su subsuelo. Las costumbres del lugar conviven perfectamente con la modernidad que rezuma una ciudad que mira al futuro. Destinos Dubai.ma.1 9/3/06 10:50 Página 104 Dubai, porque en esta ciudad las limusinas de más de diez metros son tan comunes en las calles como la arena en el desierto. Para los que gusten de ir de compras, no falta los malls o centros comerciales, que como en Estados Unidos o Europa disponen de todo lo habido y por haber en mercancía de moda, tanto en electrónica como en cualquier otro sector que se nos pueda venir a la mente. Claro está que hay que saber muy bien la diferencia de precios, porque precisamente no es oro todo lo que reluce.

Mucho más recomendable es contratar una visita al desierto en cómodos todoterrenos. Un verdadero mar de arena que no parece atisbarse entre el asfalto dubaití y que ofrece, por ejemplo, veladas a la luz de las antor- chas como en “Las mil y una noches”, con degustación de una deliciosa comida árabe y hasta disfrutar de la danza del vientre si se tercia.

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